Ojalá tuviera el talento de Brock Van Wey para hacerle un disco entero a mi gato. Ayer tuve que dormirlo porque tenía una falla renal avanzada y estaba pasando muy mal rato, siendo un animalito que se la pasó cabrón un porcentaje muy grande de su vida, súper amoroso conmigo y con algunos selectos que sólo él sabía cómo escoger, pensé que quería celebrar su vida con algo de lo que más le gustaba.
No siempre respondía ante la música, me queda claro que había cosas que le cagaban y más si estaban a mucho volumen (los gatos tienen oídos súper sensibles,) pero por alguna razón a mis dos gatos les gustaba mucho el ambient, al grado que se acercaban a las bocinas con ciertos discos y se echaban una siesta impromptu (aunque todas las siestas de los gatos parecen ser impromptu, ¿n’est-ce pas?)
La verdad es que mentiría si dijera que me acuerdo de todos y cada uno de los gustos que los hacían gravitar hacia las bocinas, pero de todas maneras me sé de memoria los elementos que sí les gustan: las piezas beatless, con algo de bajo y tonos largos, no necesariamente melódicos.
Así pues, en honor al cuadrúpedo que me acompaño 14 años, dejo acá un track que bien podría incitarlo a echarse una jetita junto a las buclas:
